Por: Esperanza Chacón El aprendizaje va a tono con la vida, porque el ser humano, no sólo que se adapta al cambio, sino que tiene la oportunidad de incidir en su entorno con transformaciones profundas de acuerdo a su singularidad.
Al asumir el paradigma de «Respeto a procesos de vida», el ser humano crea sus propias oportunidades para ser y estar en armonía consigo y con la Pachamama. Esta actitud y visión son una consecuencia de consolidar vínculos y conocimientos de manera progresiva y firme. Además, el ser humano no sólo tiene una capacidad adaptativa al cambio, sino que se transforma en la convivencia mediante la actividad propia.
En el despliegue de la vida, el aprendizaje adquiere significado para cada uno cuando mantiene la coherencia entre la satisfacción de las necesidades de sobrevivencia y las necesidades de realización personal. Es decir que, lo que hace le otorga la capacidad de estar vivo para ser sí mismo.
Incluso en tiempos de cambios inminentes descubre y reinventa emprendimientos propios como consecuencia de una interacción constante en los diferentes entornos sociales en los que interactúa; de los cuales depende el desarrollo de su autonomía para la toma de decisiones en específico y, el desarrollo de los diferentes niveles del SER en general. Lo que despierta la motivación para aprender por uno mismo.
Al diseñar un plan para vivir de acuerdo con el sistema de creencias que uno integra a su ser, como producto de las múltiples vivencias y de las relaciones sociales que se establecen con los demás en el día a día, surgen proyectos o iniciativas con «una huella propia”.
De esta manera, la educación no-directiva que fue llevada a la praxis por el Centro Experimental Pestalozzi (Ecuador, 1977-2005) muestra indicios de intencionalidad, espontaneidad y autonomía en las primeras etapas infantiles; cualidades que se cultivan y florecen en espacios de libertad.
El impulso interno está latente en el ser humano desde la concepción, en donde se enciende la chispa de la vida, que paulatinamente va manifestándose en movimiento, percepción sensorial, a través de la actividad espontánea y actividad autónoma de forma progresiva, la que integra como un modo de operar natural. Este impulso creativo es una potencialidad es una expresión de su auténtico yo, que emerge de dentro hacia afuera y que se extiende a los demás períodos integralmente.
Cuando se crean oportunidades para experimentar en diferentes ámbitos, una persona obtiene un cúmulo de vivencias que se convierten en su mayor tesoro, que las utiliza para autogestionar su vida de la mejor manera que siente y piensa; aquí y ahora.
El conjunto de vivencias coherentes conllevan a una maduración social, emocional y cognitiva del ser y, en concordancia entre estos niveles crea su actividad propia, que le permite emprender y sostener las iniciativas que le surgen, satisfaciendo necesidades y activando sus potencialidades. De esta manera, sus propósitos y metas se cumplen, dando lugar a que cada uno esté en el lugar que quiere.
Cada vez se comprueba que un ambiente preparado-y-relajado favorece en la toma de decisiones personales, que se ejercita a diario, al elegir la actividad de acuerdo a su interés y necesidad de manera constante. Por lo tanto, el adulto lo acompaña facilitando los recursos materiales (didácticos, lúdicos y la información) con referencias claras –acompañando sin interferir en su proceso.
De tal manera que, cada uno interpretará lo que hace y siente de acuerdo a su estado de madurez. Por ejemplo, Violeta de 7 años, disfruta de proyectos artísticos y manuales; ha elegido fabricar diferentes prendas de vestir para la familia de muñecos. Los materiales están a su alcance: telas, tijeras, hilos y revistas con modelos de ropas. El adulto observa y muestra su disponibilidad para cuando la niña lo requiera; si es factible, elaborará alguna prenda de vestir con las medidas para proporcionarle una referencia. Está claro que no realizará el proyecto de la niña, ya que ella no cose a mano en la tela, le parece un proceso largo, sino que usa goma caliente, se impacienta por el resultado, primero comprueba si ya está medido y si le queda, y se finaliza con el gusto de vestir al muñeco con ropa nueva.
Así también, Leo, 7 años, quiere hacer matemáticas, dice que quiere algo «difícil», algo para grandes. El material que elige: las bolas de colores y el tablero perforado, toma al azar una tarjeta: 3×3= la mira y no sabe qué dice, entonces, el adulto la lee así, «tres veces tres es igual a…» El niño hace este ejercicio de forma operativa conforme el adulto la lee; por lo tanto, coloca cada vez tres bolas, y obtiene tres hileras con tres bolas en cada una, las cuenta y tiene un total de nueve bolas. Al final exclama: ¡ya se leer matemáticas!
«En nuestra interacción fluida con el entorno, las opciones no se limitan a la percepción, sino que de forma natural se extienden también a la acción. Participamos en un flujo regular de acciones y reacciones en el ciclo PA*, ajustándonos y reajustándonos continuamente a nuestro entorno y a sus cambios, muchos de los cuales son producidos por nosotros mismos». (Dr. Joaquín Fuster, 2013)
*Ciclo Percepción Acción = PA
En todas las etapas de la vida, el desarrollo de la autonomía en el ser humano es innato, lo que le permite cumplir con su plan de vida a través de la actividad autónoma, que lleva implícito el autodescubrimiento, otro don fantástico que, al alinear la toma de decisiones, los deseos y las metas, transformará el aprendizaje y lo liberará de las ataduras del “tener que hacer”, «del deber ser» y asumirá el “querer hacer”. Por consiguiente, se disfruta de lo que se hace, porque las decisiones surgen del corazón.
Recuerdo cuando Pedrito, a sus 8 años, cultivó en su huerto lechugas, rábanos y zanahorias. Nunca olvidaré la alegría que se reflejó en sus ojos cuando brotaron los primeros retoños y hasta llevó una cinta métrica para medir. Lo hacía cada vez y anotaba las medidas en un cuadro con los días y valores. Esto contribuyó a que se acrecentara en él la motivación para seguir cuidando su huerto. Además, se despertó el deseo por conocer sobre las plantas, los insectos y los ciclos de vida de cada ser vivo.
En suma, una persona que logra cumplir sus metas aprende con gusto en cualquier ámbito y siente satisfacción en lo que hace. A su vez, se ocupa del desarrollo de su SER. Esto se debe a que la tendencia es pasar a niveles de mayor complejidad en el conocimiento, ya que está motivada a develar por ella misma sus interrogantes.
Un fenómeno que ocurre es que, aún cuando resuelve sus preguntas y comprende lo que hace, también deja margen para la equivocación. Sin embargo, con una actitud perseverante, elige cambiar de dirección, de estrategia, de planes y se
atreve a probar, a experimentar; con esta dinámica, abre las posibilidades para la resolución de los problemas de manera inteligente y esto a su vez le produce asombro o desconcierto según sea el caso.
Cierto día, un niño preparó una pizza en el área de cocina, justo en el momento que estaba dividiendo los pedazos con exactitud para brindar a sus invitados. Un visitante que lo observaba le preguntó: «¿Qué pizza hiciste?» El niño respondió: «Me hace falta un ingrediente para ser la pizza hawaiana». La visita le pregunta: «¿Puedo probar?» Se lo da y, al probarla, exclama: «¡Está deliciosa!» Y añade: «¡Eres un buen cocinero!». El niño responde: «Aún no lo soy, porque todavía me falta aprender algunas cosas». Aunque parecería un acto casero, deja entrever un estado de consciencia en el niño, que no está determinado por la percepción del adulto, sino que emerge su voz interior.
El aprendizaje se desenvuelve con naturalidad cuando se crean las condiciones propicias para la experimentación, la exploración, el desplazamiento motriz, la sensorialidad, la operatividad y la investigación con autonomía. Me aproximo a plantear que a través de las múltiples vivencias, lo que se activa es el autodidactismo. Estas dinámicas fortalecen la red de conocimientos.
Se confirma que los diversos estímulos nos llevan a acciones, experiencias propias, que son los catalizadores que amplían las posibilidades de conexión del tejido neuronal y consolidan la Red Cognitiva.
Por lo tanto, el niño, la niña, el joven o adulto siente bienestar y, a su vez, confianza en sí mismo, recursos invaluables, para gestionar su vida. Incluso reconoce que es él o ella quien se proporciona así mismo un estado de armonía interior; esto depende de su estado de madurez.
Asimismo, nos enfocaremos en la satisfacción de nuestras necesidades vitales y de autorrealización, que es el equivalente, para SER y para ESTAR felices. Entonces descubriremos que las herramientas de autogestión y autoayuda están dentro de cada uno.
Laboratorio Autodidacta Por: Esperanza Chacón