Nuestra práctica

Activar la confianza en la vida y sus procesos para el despliegue y el crecimiento armónico del ser humano en las diferentes etapas de la vida en el entorno familiar y en un entorno social amplio, tales como centros educativos convencionales o comunidades de aprendizaje en donde se pone en práctica la educación no-directiva.. Lo que equivale a que todos los miembros en la familia y comunidad sienten bienestar.

Vivir un proceso de transformación personal para asumir la educación de nuestros propios hijos e hijas, además de otros niños, niñas y adolescentes de acuerdo a su estado de maduración, ritmos y características personales. Esto sucede si nos hemos detenido a observar a través de “un estar presente con consciencia”, lo que nos facilita a comprender sus necesidades auténticas, que son los indicadores para crear las condiciones y el ambiente que necesitan para satisfacerlas.

La creación de un ambiente preparado contiene varios aspectos, uno de ellos es descubrir el enigma: ¿Cuál es la naturaleza del ser humano y su potencial? Esto sucede cuando diseñamos el ambiente de acuerdo a las manifestaciones que tiene el accionar del niño, la niña, el adolescente y los adultos, pues son los indicadores que nos permitirán enriquecer con recursos didácticos, lúdicos, implementos o estructuras. Los estímulos del ambiente les impulsan al autodescubrimiento y a aprender a aprender; base del autodidactismo.