Por: Edgar Espinosa
Se cree que la matemática es compleja y necesita de mucho estudio y esfuerzo para ser aprendida, comprendida y sobre todo usada como herramienta no sólo para el uso cotidiano, sino para entender y relacionar un universo, donde el caos y orden son expresiones primarias que originan la existencia tanto de un mundo físico, medible como de abstracciones que han sido la base de muchas ciencias y tecnologías.
Recuerden que el cerebro no es sólo memoria, es un holograma del universo que contiene, esquemas, estructuras, mapas mentales; su diseño es matemático, se comprueba que tiene un potencial inmenso de conexiones neuronales que tienen como base la operatividad. Además de un cúmulo de experiencias integrales satisfactorias, así como experiencias dolorosas que están siendo procesadas permanentemente por todo el sistema nervioso.
Asimismo, las vivencias inadecuadas quedan bloqueadas como estrategía de autoprotección. Sin embargo cuando el organismo tiene un clima de seguridad y armonía, al no activar sus recursos bioquímicos para bregar con la tensión, miedo o desconfianza, la energía no es utilizada para la creatividad y el aprendizaje, sino para defenderse.
He observado que las experiencias en matemática de los niños y las niñas son positivas cuando la hacen con gusto, de manera lúdica y vivencial; lo contrario sucede cuando se obliga a estar sentado y se le impone ejercicios repetitivos para ser memorizados, que les resultan aburridos, nada interesantes, esta es una razón por la que pronto pierde el interés y no lo disfruta.
Por lo tanto, el aprendizaje de las matemáticas con materiales didácticos concretos aportan en la comprensión, le interesa porque son estímulos que se percibe, es atractiva y satisface necesidades cognitivas. A nivel interno lo que sucede es que existen enlaces neuronales que al percibir el estímulo, niño o niña se sienten atraídos e interactúan porque es motivante y con naturalidad se crea una compleja y vasta red cognitiva, donde los números, las operaciones, los conceptos adquieren sentido para el individuo.
El material didáctico operativo para matemáticas permite un despliegue fascinante de diseños geométricos coherentes visibles y coloridos, que con la práctica constante surge de manera natural y autónoma el autodescubrimiento, ese gozo inexplicable de “darse cuenta”, “por aquí es más rápido” o “ajá lo tengo”.
La capacidad de darse cuenta, de ver relaciones, atisbar que hay algo por descubrir causa curiosidad, hay una estimulación neurológica de satisfacción y sobre todo existe asombro.
“Con un brillo natural, la satisfacción personal es un estado profundo de armonía y bienestar que implica mantener una coherencia entre las expectativas propias y los procesos que se desencadenan para la experiencia personal; la pasión con la que se vive es tan sólo una consecuencia de las dinámicas de aprendizaje cuando el sujeto está activo.
Al tomar en cuenta, que los sentimientos que se experimentan cuando se hace algo producen bienestar por el acierto o malestar por el revés sufrido, debe notarse que, en el segundo caso, estamos condicionados para no aceptar la equivocación. El sistema de creencias impuesto descarta los procesos intermedios que son parte de conseguir o no un objetivo, por ejemplo, tomar decisiones es un placer en sí mismo, porque se ha identificado qué se quiere, y hacerlo realidad por uno mismo se convierte en un logro alcanzado, que evidencia la capacidad que posee el ser humano para proporcionarse felicidad por sí mismo, aunque no se obtengan los resultados anhelados.
En medio de un sistema de creencias impuesto, bien podríamos quedarnos sin un norte propio y claudicar en nuestras metas, por el simple hecho de “obedecer a nuestros superiores”, a pesar de tener claros nuestros propósitos.
Cuando se impone, ya saboreamos el desencanto, porque no somos tomados en cuenta; el no haber sido parte de las decisiones desde el comienzo interfiere en la actitud con la que emprendemos cualquier actividad. En la imposición prevalece “el deber” sobre “el querer”.
En un sentido más amplio, una nueva perspectiva de la vida puede contradecirse con los antiguos parámetros. Por ejemplo, se cree que para lograr una meta hay que sudarla, hay que esforzarse; por el contrario, cuando se ve que una persona lo disfruta, se duda si realmente lo que hace le está aportando a su vida o si sólo es un entretenimiento.
También, existe la creencia de que “en los años infantiles somos incapaces de encontrar soluciones a problemas sin la ayuda de un adulto”; además, que “únicamente en la escuela se aprende” o que “un niño daña todo porque es travieso”. Estas “verdades aparentes” con las que han definido nuestra vida, en ciertos momentos son ataduras que nos impiden actuar, que nos hacen dudar de nuestras propias capacidades.
En el mismo sentido, si ya identificamos que esto nos interfiere de manera contundente, ¿no será pertinente tener un propio sistema de creencias para poder vivir como uno cree? Se trata entonces de “vivir como yo quiero”, para encontrar el sentido de mi existencia y, por lo mismo… sentir sentir placer cuando descubro, cuando hago las cosas que he decidido porque yo quiero. Y ojo que no ponemos rebeldía, sino pasión en lo que decimos y hacemos.
En el camino del autodescubrimiento, nos encontramos con nuevas perspectivas de la vida que nos resultan fascinantes y que aportan a nuestras comprensiones de lo que queremos. Una vez que descubrimos en qué creemos y en cómo queremos vivir, seremos capaces de sentir placer en las múltiples experiencias en las que nos envolvemos y desenvolvemos, porque habrán surgido de nuestro corazonar (entendido como sentir el pensamiento o unir el corazón a la razón).
El Psicólogo Alvaro señala: “En cada latido, el corazón genera ondas electromagnéticas. Cuando estas siguen un patrón ordenado y repetitivo se dice que el corazón entra en coherencia. Y ese estado de coherencia cardiaca se transmite al cerebro. La ciencia indica que la coherencia cardíaca es un indicador de salud.” (Tomás Alvaro. Artículo, Tu corazón cambia tu cerebro, Rev. Mente Sana Nro. 135. 2017: 56).
Toda actividad involucra procesos neuroquímicos, cuyo canal de comunicación es el torrente sanguíneo que lleva la información desde el corazón hasta el cerebro, para que sea él quien lo apruebe y para que juntos (cerebro y corazón) hagan las acciones necesarias. Por lo visto, las decisiones coherentes son una consecuencia de una comunicación entre ambos, siempre que se capten y se procesen las señales, lo que será un indicador de que las necesidades son reales”.
Cuando el sujeto tiene su propia experiencia desde el inicio del proceso, la motivación personal es el primer paso y es lo que lleva a tomar la decisión de investigar con avidez un tema en específico. Por lo tanto, cada interés se convierte en una búsqueda que no concluye con el ¡eureka!, porque pueden ser instantes “efímeros” que nos dan una momentánea sensación de autosatisfacción, que en algunos casos son el resultado de un proyecto que ya se venía gestando. En este sentido, no son procesos aislados, muchas veces son complementos o elementos desencadenantes de fenómenos que estaban latentes.
En los diferentes contextos educativos en los que he participado, observé que cuando existen momentos de concentración en el niño, niña o en el joven, lo disfrutan, está inmerso en la actividad e identifica la lógica, las reglas y avizora los siguientes pasos, es ahí cuando interpreto que se producen conexiones y reacciones frente a estímulos y respuestas sorprendentes; casi siempre son manifestaciones emocionales de bienestar que se expresan con la exclamación ¡ajá!, ¡lo tengo!, ¡aaahhh!
Lo anterior, incluye el nivel bioenergético manifiestaciones con movimientos internos energéticos, emocionales y neuronales intensos que se presentan ante un autodescubrimiento. Tal vez, por la espontaneidad de este “click” mágico pensamos que es momentáneo y que no tendrá mayores repercusiones, pero trae implícito un nivel de mayor complejidad y, obviamente, de nuevos emprendimientos, procedimientos y metas. Si bien estamos buscando el significado de las sensaciones y conexiones neuronales, nos parece que no podemos vincularlo a la emoción de alegría únicamente, ya que pueden haber sido sobre la base de un sentimiento de frustración anterior o de una necesidad de sobrevivencia.
Las interjecciones: ¡ajá, lo tengo, o eureka! no son solo un tema propuesto en el presente texto, sino una inquietud que varios científicos han querido descifrar. Y, a través de los años, es una motivación permanente indagar, ¿Qué es lo que ocurre en el interior de una persona cuando logra comprender algo?
Todos hemos experimentado la sensación maravillosa de encontrar soluciones, de entender, de ver con claridad algo que no lo estaba, aunque en el intento nos hayamos demorado. Se trata de comprender sobre la actividad mágica y misteriosa del cerebro y su desenvolvimiento en el aprendizaje; creo que son ámbitos con diferentes niveles de complejidad.
Al respecto, es pertinente que citemos al doctor Antonio Damasio, Y el cerebro creó al hombre:
“Comprender los diagramas de conexión es un buen camino para empezar entender qué hace el cerebro y cómo lo hace. Pero no es tarea sencilla, ya que los diagramas de conexión experimentan considerables cambios a lo largo del proceso de desarrollo y durante toda la vida. Nacemos disponiendo de ciertos patrones de conexión que han sido instalados siguiendo los patrones de nuestro”(…)